decisiones. Ante la guerra por la emancipación, la jerarquía de la Iglesia mantuvo diversas actitudes, algunas contra el proyecto de José de San Martín y otras a favor.,La Iglesia en la guerra de la independencia, así como en la conquista, no estuvo ausente. Algunos de sus miembros, sobre todo de la jerarquía eclesiástica, no comulgaban con una patria libre. Pero, por supuesto, hubo excepciones. Cuando se luchaba por la independencia, la población colonial del Perú era de más de un millón de habitantes, de los cuales más de 3.000 eran sacerdotes. El cuerpo clerical de entonces estaba compuesto por el arzobispado de Lima, del cual dependían diez obispados sufragáneos: Arequipa, Huamanga, Trujillo, Maynas, Quito, Lima, Santiago de Chile, La Concepción, Cuenca y Panamá. Asimismo, debemos decir, la Iglesia peruana era una institución muy rica, que, según estudios y estadísticas, ya desde 1792, de los 3.941 edificios que existían en Lima, 1.135 eran templos, capillas, hospitales, conventos o simple y llanamente eran de su pertenencia. Por otro lado, se dice que el arzobispo de Lima recibía a finales del siglo XVIII algo así como 65.000 pesos de sueldo. No es poca cosa si sabemos que el virrey ganaba 61.000 pesos. Entonces, no se está hablando de cualquier institución. La Iglesia católica tenía mucho que perder con la independencia. Y además, gran parte del clero colonial (casi ningún indígena en su seno) eran criollos. Es decir, la Iglesia peruana debió compartir con los criollos las mismas expectativas en estos años (1750-1820). Situaciones y actitudesSi nos acercamos a las actitudes de algunos de los obispos del Perú, encontraremos diversidad de situaciones y respuestas. El arzobispo de Lima, Bartolomé de las Heras, solo en el preciso momento en que el ejército de San Martín entró a Lima, declaró su patriotismo. Caso contrario fue la actitud del obispo de Trujillo, José Carrión Marfil, y del obispo de Maynas, fray Hipólito Sánchez Rangel, ambos peninsulares fueron abiertamente prorrealistas. Se sabe que el obispo de Trujillo ofreció voluntariamente aportar una apreciable cantidad de dinero para luchar contra la expedición sanmartiniana. Los dos saldrían también hacia España. En el obispado de Huamanga, don Pedro Gutiérrez de Coz huyó a Lima cuando se iniciaron las correrías del ejército de Arenales en su famosa Campaña a intermedios. Y cuando vino la vorágine final, como muchos otros peninsulares, salieron del país. Así quedó el Perú con solo dos obispos, luego de la batalla de Ayacucho: el del Cusco y de Arequipa. Así, parece que la actitud de los obispos no se diferenció mucho de la tomada por otros funcionarios españoles. Apoyaron al virrey o transaron por conveniencia con el Nuevo Estado Peruano.Sin embargo, la defensa del sistema colonial fue asumida por parte del clero, tanto a nivel de dignidades como de los sectores más bajos, debido a la presencia de muchos peninsulares entre ellos. La Santa Sede recibía información constante de los representantes de la corona española quienes señalaban que los movimientos revolucionarios eran anticatólicos. Así consiguieron que los papas Pío VII y León XII, reinantes en esos años, condenaran la independencia a través de rotundas encíclicas.Es comprensible que con tales antecedentes, la jerarquía eclesiástica se viese vinculada por un ligamen de orden político, que limitaba su libertad de movimientos. Durante el proceso emancipador hubo prelados y sacerdotes que consideraron deslealtad a Dios y al rey apartarse de la debida obediencia a la monarquía. Pero hubo, al mismo tiempo, quienes –más allá del Patronato– vislumbraron la justicia de la causa emancipadora por parte del clero.campo virgenFinalmente, necesitamos más estudios de historia social sobre este clero entre finales de la colonia y principios de la república. ¿Qué sabemos de su vida en las parroquias (sean rurales o urbanas, sea entre una feligresía indígena o española)? ¿Qué sabemos de lo que la Iglesia esperaba de ellos? ¿Cómo se los formaba y educaba? ¿Qué se sabe sobre la historia de los colegios y seminarios de la época? Pues muy poco. Sobre este último, se sabe que las ideas ilustradas entraron con fuerza en estos establecimientos educativos, ideas que pueden rastrearse con cierto detalle: muchos de esos religiosos, influenciados por las ideas ilustradas, lanzaron proclamas y sermones rebeldes en plena sublevación como la del Cusco (1814) o Huánuco (1812), sermones que solían tener su contrapartida con las proclamas realistas de los obispos (aunque en el caso de Huánuco, tal parece que el clero estuvo más dividido en su apoyo a los rebeldes, aparte de que sus actitudes independentistas son más difíciles de evaluar si las comparamos con las de los rebeldes cusqueños en 1814).Finalmente, ya que ahora se habla tanto de los estudios de género, admitamos que normalmente en este y otros temas suele hablarse solo de hombres. Y es que los textos que hemos leído solo nos hablan de los sacerdotes. Poco se habla de los religiosos y sobre todo de las religiosas. ¿Qué pasó con ellas? ¿Qué sucedió con sus conventos? ¿Participaron o no en los eventos que hemos evaluado? Sobre este tema no sabemos si hay algo escrito. Valdría que en el futuro alguien investigue un poco más estas materias. Ese tema en el marco de la Iglesia es propiamente virgen.❧